Tauromaquia

08 mayo 2018

Diariamente estamos expuestos a situaciones sobre las que no tenemos control, o por las que sentimos miedo. Algo de lo que para nada se puede disfrutar o es deseable. Por tanto, como psicóloga que soy, siempre me ha llamado la atención el que se escoja como oficio el ser torero. Pues se debe de hacer uso de un gran autocontrol emocional cuando decides jugarte la vida, cada tarde, frente a un animal bravo de 500 kg.

Sin duda, los toreros dicen sentir miedo.

Miedo es la emoción que, debido a una descarga extrema de adrenalina, nos hace querer huir o luchar de cualquier manera, porque lo que prima es el instinto de supervivencia.

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Pero los toreros no huyen, de hecho, repiten día tras día, y son capaces de transformar una actuación irracional en arte, mediante movimientos estudiados, que le permiten hacerse con el control de la situación.

Pero refieren, no solo sentir miedo a estar demasiado cerca del toro, a sufrir una cornada o incluso a poder perder la vida por ello. Los toreros también sienten miedo al ridículo, a no dar la talla, a que el sacrificio de pasar entrenando tantas tardes no merezca la pena. También temen por el sufrimiento de los suyos cada vez que se exponen al toro, o que la propia inversión económica que se realiza en todos los comienzos no sirva para nada.

El torero cada vez que salta al ruedo siente miedo, pero al mismo tiempo, es capaz de poner en practica la habilidad de gestionarlo. Y para ello, no solo se requiere de la fuerza de voluntad, de pasión por el oficio o el disponer de un buen bagaje de experiencia y conocimiento sobre lo que se hace, también necesitan valor.

El valor no neutraliza el miedo, pues este último siempre esta ahí. El valor hace que el torero decida que le puede llevar a sobrevivir, y hacer una buena faena cuando tiene frente a el un animal combativo, y que sale a la plaza con la sola intención de embestir contra todo aquello que tenga delante.

El valor es lo que hace en el torero decidir luchar y no querer huir. Gracias a el valor, el torero puede llegar a embriagar al publico y no entrar en pánico.

Quizás el valor, a igual que el temple, el arte o el “ sentimiento taurino” no es algo que se pueda desarrollar, de ahí que se diga eso de “uno no se hace torero, se nace torero”.