Influencias para desarrollar los trastornos de la conducta alimentaria

04 julio 2019

Los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón, se desarrollan por el influjo de diferentes factores (multifactorial), nunca por la existencia de un único y aislado factor determinante.

Entre ellos, encontramos factores personales o psicológicos, como la baja autoestima, ciertos rasgos de personalidad, u otros trastornos como la depresión y la ansiedad, por citar algunos. También hay factores interpersonales, como son las relaciones que uno tiene con sus iguales o familiares, así como la presencia de abusos sexuales, psicológicos o físicos o por el estilo de vida familiar. Por otra parte, tenemos factores biológicos y factores sociales. A estos últimos les dedicaremos el espacio de hoy.

Dentro de los factores sociales podemos destacar el influjo que ejerce en las personas los consabidos cánones de belleza, las tendencias en lo referente a la moda, y la divulgación de los medios de comunicación. Nos vamos a centrar en la influencia de los cánones de belleza con respecto a los trastornos de la conducta alimentaria.

El canon de belleza es el conjunto de características que convencionalmente una sociedad considera como atractivas o deseables. Éstas son históricamente variables dependiendo de las diferentes épocas y culturas. Para saber de qué estamos hablando, vamos a realizar un pequeño repaso a los cánones de belleza a lo largo de la historia.

En la prehistoria el canon de belleza imperante reconocía a las mujeres bellas como aquellas que eran voluptuosas y de caderas y pechos grandes, pues esto era considerado un síntoma de fertilidad. Si nos trasladamos al antiguo Egipto, podemos encontrarnos a una mujer sin curvas, delgada, con pelo oscuro y los ojos maquillados para poder realzarlos. Si pasamos por la Grecia clásica, la belleza está representada por una mujer atlética y de cuerpo definido, con piel tersa y de pechos pequeños. Se palidecía el rostro y utilizaban el carmín para mejillas y labios. El tema de las proporciones con respecto al cuerpo tomaba mucha importancia.

Con el Imperio Romano llegan los pelos teñidos de rubio y la tendencia social de la época entre las mujeres redundaba en palidecer el rostro. Ya en la edad media, y debido a las guerras, la belleza pierde fuerza y la mujer se representa como un ser débil y frágil.

En el Renacimiento, la belleza se refinó al máximo, adaptándose el canon de una mujer con cierto sobrepeso. Se llevaban mujeres rubias o pelirrojas, de tez blanca y mejillas y labios rojos. Las cejas muy depiladas y los peinados muy elaborados con el uso pelucas.

También se usan pelucas en el Barroco, combinadas con labios rojos en forma de corazón, surgiendo en esta época un auge de la cosmética bastante evidente.
Durante la Revolución francesa se impone la sencillez. La mujer deja las pelucas y usa moños pues se incorpora al mundo laboral, concretamente a las fábricas. Se llevan también las faldas de gran tamaño.

En el siglo XX los cánones de belleza están totalmente marcados por el cine y empieza la búsqueda de libertad de femenina.
En los años 20 destacamos los ojos oscuros y de mirada intensa. En los 50 la mujer con cadera, piernas voluptuosas y redondeadas, época en la que cambia el cánon de la tez blanca a la tez morena, pues la gente empieza a viajar con mayor asiduidad. La piel morena es síntoma de tener vacaciones y por lo tanto de tener un nivel económico alto. En los años 60 empieza el uso de la minifalda y se impone la delgadez extrema, la mujer quiere ser libre y aparece la píldora anticonceptiva. En los años 70 la mujer que está dentro del canon de belleza es la que no tiene caderas. En los años 80, se muestra más cuerpo, no solo en verano. Aparecen los gimnasios. Ya durante los 90 se comienza a hablar de anorexia y bulimia nerviosa, y existe una delgadez extrema. Y llegando a nuestros días, en el siglo XXI, aparece el concepto de “metrosexual” y el cuidado del cuerpo llevado en ocasiones al extremo.

Después de este pequeño repaso podemos darnos cuenta de que los cánones han ido tendiendo a constituirse en metas más inalcanzables. Hemos pasado de preferir tez blanca a morena, y de llevar más ropa a ir llevando menos. Estaría bien que nos parásemos y reflexionásemos sobre ello.

Cada vez son más notorias las manipulaciones que a través de medios informáticos se les hace a las fotografías de muchas famosas o modelos, en aras de la perfección que imponen los cánones. Es imposible alcanzar una meta que ha sido modificada por ordenador, que no es real, que es artificial, y que se ha impuesto a golpe de “photoshop”.

El asunto adquiere más importancia cuando el alcance de esos cánones, metas u objetivos se relaciona como condición imprescindible para conseguir la felicidad. Si tomamos esto como absoluto, estamos perdidos. Es aquí donde los trastornos de la conducta alimentaría adquieren importancia.

Una persona con este tipo de problemas intentará conseguir estos objetivos pensando que en la consecución de los mismos será feliz. Lo cual es irreal. ¿Qué podemos hacer ante todo esto?

Lo cierto es que no podemos cambiar lo que ocurre en nuestro entorno y mucho menos con respecto a los cánones de belleza. Pero algo que está en nuestra mano es no tomar todo lo que nos hacen llegar como absoluto. Relativizar y darle la importancia que se merece, pero no más. Saber que detrás de cada información que recibimos día a día hay manipulación. En este aspecto, lo más importante es saber identificar y tener presente que los factores sociales en este caso, son arbitrarios y subjetivos.

Priscila Alarcón